Artículo de Divulgación Filosófica- publicada en la edición de Marzo 2021- Revista CABA- Daniel Caballero. Treinta y tres- Uruguay.
Algunas consideraciones sobre la noción de "Sentido
común".
Del Diccionario Filosófico: En principio, el «buen juicio» de la gente mentalmente sana,
madura y razonable, con lo que se alude al conjunto de opiniones -carentes de
toda garantía de verdad, sin embargo- de que dispone la gente normal para
explicarse fenómenos físicos, situaciones de la vida, relaciones entre
personas, etc., sin tener que fundamentarlas en razones científicas. A los ojos
de una teoría del conocimiento, a esta actitud se la denomina «ingenua».
Tradicionalmente se da a la expresión un doble sentido: el de entendimiento
común a todos los hombres, tal como Descartes, por ejemplo, decía que «le bons
sens est la chose du monde la mieux partagée»
“El buen sentido es, de todas las cosas del mundo, la mejor distribuida”
( Discurso del método, I), o como,
en un sentido más propio, una manera de pensar que es la de todos; y entonces
se entiende como «un sano sentido común (no todavía cultivado)» -dice Kant (ver
texto 1)-, que remite a la idea de un «acuerdo» sobre un conjunto de opiniones
y creencias, no plenamente justificadas, pero que se juzga prudente admitir por
el hecho de ser comúnmente aceptadas. En el s.
XVIII, la escuela escocesa del sentido común, propone una teoría del
conocimiento basada en este sano uso de la razón humana, como filosofía del
«hombre sensato». G.E. Moore, un clásico de la filosofía contemporánea y uno de
los iniciadores de la filosofía analítica, propone, en una obra titulada
justamente Defensa del sentido común (1925) , un conjunto de proposiciones que
cree que son verdaderas, sin poder demostrarlo, a modo de «defensa del sentido
común», y hasta se refiere, magnificando la expresión, a una «visión del mundo
del Sentido Común». También Bertrand Russell se confiesa a menudo seguidor, en
su filosofía, de teorías del sentido común. A raíz de las discusiones sobre el realismo,
tanto el filosófico en general como el científico en particular, se ha
planteado la cuestión de la relación que toda teoría epistemológica ha de tener
con el sentido común. Se discute si es un buen punto de partida o no. En
general, puede decirse que tanto la ciencia como la filosofía parten del
sentido común y, a la vez, lo superan (ver texto 2). Karl R. Popper es un
decidido defensor de este punto de vista: «Toda ciencia y toda filosofía son
sentido común ilustrado» . En cambio Hegel lo critica y lo considera como una
mera expresión de los conocimientos menos desarrollados y de los prejuicios de
una época (ver texto 3).
Texto 1: Immanuel Kant: el sentido común.
El
entendimiento común humano, que, como meramente sano (no aún cultivado) se
considera como lo menos que se puede esperar siempre del que pretende el nombre
de hombre, tiene por eso también el humillante honor de verse cubierto con el
nombre de sentido común (sensus communis), de tal modo que por la palabra común
-no sólo en nuestra lengua, que aquí, realmente, encierra una doble
significación, sino también en varias otras- se entiende vulgare, lo que en
todas partes se encuentra, aquello cuya posesión no constituye un mérito ni
ventaja alguna.
Pero por sensus
communis ha de entenderse la idea de un sentido que es común a todos, es decir,
de un Juicio que, en su reflexión, tiene en cuenta por el pensamiento (a
priori) el modo de representación de los demás para atener su juicio, por
decirlo así, a la razón total humana, y, así, evitar la ilusión que, nacida de
condiciones privadas subjetivas, fácilmente tomadas por objetivas, tendría una
influencia perjudicial en el juicio. Ahora bien: esto se realiza comparando su
juicio con otros juicios no tanto reales como más bien meramente posibles, y
poniéndose en el lugar de cualquier otro.
Texto 2: Karl R. Popper:
filosofía y sentido común
La ciencia, la
filosofía, el pensamiento racional deben surgir todos del sentido común. Sin
embargo, el sentido común no es un buen punto de partida seguro: el término
«sentido común» que aquí empleo es muy vago, porque denota algo vago y
cambiante -los instintos u opiniones de la gente, muchas veces adecuados y
verdaderos, pero muchas otras inadecuados o falsos.
¿Cómo es
posible que una cosa tan vaga e insegura como el sentido común nos suministre
un punto de partida? Mi respuesta es: porque no intentamos ni pretendemos
construir (como, por ejemplo, Descartes, Spinoza, Locke, Berkeley o Kant) un
sistema seguro sobre esos «fundamentos». Todas nuestras diversas suposiciones
de sentido común -nuestro conocimiento básico de sentido común, podríamos
decir- de las que podríamos arrancar pueden ser criticadas y puestas en
entredicho en cualquier momento. Es muy frecuente que tales suposiciones sean
criticadas con éxito y rechazadas (por ejemplo, la teoría de que la tierra es
plana). En tal caso, el sentido común, o bien es modificado tras la corrección,
o bien es superado y reemplazado por una teoría que, durante un período de
tiempo más o menos largo, puede parecer a algunas personas un tanto «extravagante».
Si la comprensión de la teoría exige una gran formación, puede ocurrir que
nunca consiga ser asimilada por el sentido común. Incluso entonces hemos de
exigir el intento de acercarse lo más posible al ideal: Toda ciencia y toda
filosofía son sentido común ilustrado.
Conocimiento objetivo,
Tecnos, Madrid 1974, p. 42.
Texto
3: Georg W. F. Hegel: en contra del
«sentido común»
Lo que se llama sano sentido común es, con
harta frecuencia, muy malsano. El sano sentido común encierra las máximas de su
tiempo. Así, por ejemplo, quien, antes de venir Copérnico, hubiese afirmado que
la tierra giraba alrededor del Sol o hubiese sostenido, antes del
descubrimiento de América, que aún había en el mundo tierras no conocidas,
habría atentado contra el sano sentido común. En China o la India, la república
es algo contrario a todo lo que el sano sentido común aconseja. El sano sentido
común es, pues, la mentalidad de una época, que encierra y resume todos los
prejuicios de esta época: la gobiernan imposiciones mentales de las que ella no
se da cuenta
Texto escogido por Ernst Bloch: Sujeto-objeto. El pensamiento de Hegel,
F.C.E., México 1982, p.33.
Reid, Thomas (1710-1796)
Filósofo escocés fundador de la llamada escuela escocesa del sentido
común. Contra el escepticismo de Hume defiende la existencia de una realidad
externa y la validez plena del principio de causalidad apoyándose en la
evidencia del sentido común. Así, mediante el recurso al sentido común y las
creencias tradicionales de la humanidad, Reid ataca la concepción del idealismo
epistemológico iniciado por Descartes.. De esta manera Reid se opone a la tesis
de que el objeto del conocimiento es la idea. Para él, el objeto del
conocimiento y de la percepción sensible es la cosa misma, razón por la cual se
establece -según él- la convicción irresistible del sentido común de la
existencia real de las cosas. Pero para Reid, la aceptación de la existencia de
la realidad no puede ser el producto de un mero razonamiento, sino que procede
del acto inmediato de la percepción. A su vez, declara que el sentido común es
fruto de los designios del creador, y la evidencia de la existencia de éste
viene dada por la evidente manifestación del carácter providencial que se
manifiesta en la naturaleza.
Aunque
la validez del sentido común no pueda demostrarse con argumentos directos, todo
razonamiento filosófico que lo niegue, dice Reid, cae en el absurdo. Su
realismo ingenuo le lleva a afirmar la existencia de un ámbito de verdades para
las que el sentido común es tan competente como el matemático en matemáticas.
La filosofía no puede renunciar al sentido común, e incluso afirma que es
preciso hacerse preguntas como los niños para construir una verdadera
filosofía.
Bibliografía:
Diccionarios de filosofía:
- Ferrater Mora..- Editorial: MONTECASINO. (Varios tomos)
- Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.
Immanuel Kant. Crítica del juicio, (Espasa Calpe, Madrid 1991, 5ª ed.).
Karl Popper. Conocimiento objetivo, Tecnos, Madrid 1974, p. 42.
René Descartes.- Discurso del método. Meditaciones metafísicas, Espasa Calpe, Madrid 1986.
.- Discurso del método, Alianza, Madrid 1970; Alfaguara, Madrid 1981; Tecnos, Madrid 1987.
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